Habíamos explicado la historia mil veces: "la teta se fue a..." y ellos añadían detalles al resto. Se tomaba un autobus o un avion y se iba a la casa de un bebé o de un monito en África, hasta que ellos crecían, y volvía a emprender el viaje hacia algún otro lugar donde la necesitaran.
Pero hace una semana el cuento iba a ser real. La teta se había ido. Los brazos y los abrazos de mamá iban a ser el único consuelo para dormirse. Las palabras y las caricias, el único remedio para berrinches, caídas o peleas de hermanos. Contra todos los fantasmas, la primera noche transcurrió sin drama ni insomnio.
Al día siguiente, Zoe lo tomó con mucha naturalidad, hacía el reclamo y se conformaba con la respuesta de la ausencia. En cambio Marco lloró como si hubiera perdido a un ser querido, de la misma manera resignada y triste. La segunda noche con él fue mucho más difícil: horas de llanto ininterrumpido, en todos los tonos posibles, subiendo o bajando el volumen. Hasta que el sueño quebró mi determinación, y con una toma que no habrá durado cinco minutos, nos dormimos los dos, extenuados, dando la lucha por empatada. Al día siguiente también pidió la teta a la siesta, y porque le dolía algo; incluso Zoe me prometió "una vez y ya está". Yo accedí, me di cuenta que "no ofrecer, no negar" o eso de "lo cortés no quita la valiente" era para estos casos mucho mejor política que "retroceder nunca, rendirse jamás". Porque en lo esencial, los tres sabíamos que no había vuelta atrás.
Hoy ya sólo me piden "mami, contame la historia de la teta". Les invento viajes hasta que se duermen o se van a jugar, porque no puedo explicarles que al final de todo lo que duele no es el destete, sino que encierre en un solo gesto el hecho irrevocable de que han crecido.
(Marco y Zoe cumplieron tres años el 11 de diciembre, y para navidad, tres años su lactancia. Fueron prematuros, estuvieron dos semanas en la incubadora, alimentados en gran parte por leche materna. Recién en casa empezaron a tomar la teta, en forma exclusiva hasta los seis meses, y complementaria hasta ayer. Y fueron felices, y comieron perdices.)
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